viernes, 22 de junio de 2012

Hombre Preso Que Mira A Su Hijo

Cuando era como vos me enseñaron los viejosy también las maestras bondadosas y miopesque libertad o muerte era una redundanciaa quien se le ocurría en un paísdonde los presidentes andaban sin capangas.

Que la patria o la tumba era otro pleonasmoya que la patria funcionaba bienen las canchas y en los pastoreos.

Realmente no sabían un cornopobrecitos creían que libertadera tan solo una palabra agudaque muerte era tan solo grave o llanay cárceles por suerte una palabra esdrújula.

Olvidaban poner el acento en el hombre.

La culpa no era exactamente de ellossino de otros más duros y siniestrosy estos sícómo nos ensartaronen la limpia república verbalcómo idealizaronla vidurria de vacas y estancierosy cómo nos vendieron un ejércitoque tomaba su mate en los cuarteles.

Uno no siempre hace lo que quiereuno no siempre puedepor eso estoy aquímirándote y echándotede menos.

Por eso es que no puedo despeinarte el joponi ayudarte con la tabla del nueveni acribillarte a pelotazos.

Vos ya sabés que tuve que elegir otros juegosy que los jugué en serio.

Y jugué por ejemplo a los ladronesy los ladrones eran policías.

Y jugué por ejemplo a la escondiday si te descubrían te matabany jugué a la manchay era de sangre.

Botija aunque tengas pocos añoscreo que hay que decirte la verdadpara que no la olvides.

Por eso no te oculto que me dieron picanaque casi me revientan los riñonestodas estas llagas, hinchazones y heridasque tus ojos redondosmiran hipnotizadosson durísimos golpesson botas en la carademasiado dolor para que te lo ocultedemasiado suplicio para que se me borre.

Pero también es bueno que conozcasque tu viejo callóo puteó como un locoque es una linda forma de callar.

Que tu viejo olvidó todos los números(por eso no podría ayudarte en las tablas)y por lo tanto todos los teléfonos.

Y las calles y el color de los ojosy los cabellos y las cicatricesy en qué esquinaen qué barqué paradaqué casa.

Y acordarse de vosde tu caritalo ayudaba a callar.

Una cosa es morirse de dolory otra cosa es morirse de vergüenza.

Por eso ahorame podés preguntary sobre todopuedo yo responder.

Uno no siempre hace lo que quierepero tiene el derecho de no hacerlo que no quiere.

Llora nomás botijason macanasque los hombres no lloranaquí lloramos todos.

Gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimosporque es mejor llorar que traicionarporque es mejor llorar que traicionarse.

Llorápero no olvides.


Mario Benedetti



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